El pasado 6 de mayo Barack Obama anunciaba al mundo que habían localizado y acabado con la vida de Osama Bin Laden, el líder de Al-Qaeda, responsable de los atentados del 11-S, y el terrorista más buscado de la última década. Mientras que en EEUU la gente salía a las calles para celebrar la muerte de su archienemigo (según esta gráfica del New York Times los norteamericanos respondieron ante la noticia de manera positiva) y mostrar una vez más su orgullo patrio, en Twitter aparecían millones de tuits cada segundo bajo el hashtag de #OBL.
Osama bin Laden antes de ser encontrado (vía elaboración propia)
De lo mucho que se ha compartido estos últimos días sobre el tema lo que más me ha llamado la atención es un artículo científico de hace un par de años, rescatado por The Utopianist (y otros tantos medios), en el que unos investigadores de la universidad californiana de UCLA habían predicho en su día donde se podría encontrar a tan buscado personaje. El paper es fascinante por un doble motivo. Uno, los investigadores aciertan en todas sus suposiciones en cuanto a localización geográfica y estructura del edificio donde podría encontrarse Bin Laden, y dos, esto lo consiguieron aplicando teorías biogeográficas asociadas a técnicas de teledetección.
La Brújula de Ulises 